viernes, 3 de enero de 2014

Intervención familiar:

El centre és el nen, el focus és la família: treballant les competències parentals.

M. A. Balsells

Butlletí d’Inf@ncia nº 73, 2013. 


Traducc. del catalán:

El centro es el niño, el foco es la familia: trabajando las competencias parentales.
La complejidad de la intervención en familias en el marco de la protección de la infancia, requiere pensar constantemente nuevas fórmulas profesionales que ayuden la familia biológica –padres e hijos– a mejorar su calidad de vida.
Hasta ahora se ha hecho un esfuerzo importante para reconocer e identificar indicadores y factores de riesgo de las situaciones de maltrato, negligencia o abuso, así como aquellos aspectos contextuales como por ejemplo la situación económica, laboral o de integración social que se relacionan con las situaciones de vulnerabilidad y de riesgo social. Este conocimiento ha servido para desarrollar fórmulas profesionales que se han centrado a cubrir las necesidades de la infancia(mejorar su salud, su educación, su estabilidad emocional, su autoestima...) y a prevenir y actuar ante las diferentes dificultades personales, sociales y laborales de los padres y de las madres(aumentar el nivel de ingresos, hacer modificaciones en la vivienda, incorporar apoyos sociales al funcionamiento familiar, superar toxicomanías, restablecer la estabilidad familiar...).
La entrevista, la visita a domicilio, la terapia familiar, el asesoramiento y el seguimiento son ejemplos muy claros de las estrategias que se utilizan en el trabajo con familias en este marco  de prevención y protección de la infancia.
Pero la cuestión que queremos desarrollar en este artículo, es si esto es suficiente o si, por el contrario, podemos continuar avanzando en el trabajo con estas familias: podemos encontrar nuevas fórmulas y nuevas áreas de acción profesional?
Las competencias parentales
La preservación familiar, las capacidades parentales, la promoción de las competencias o el refuerzo de las potencialidades familiares son conceptos que empiezan a ser conocidos por la comunidad profesional y científica. Todos son termas que parecen estar alineados con nuestro interrogante y que hacen énfasis en la mirada hacia el “como lo hacen“ y lo “qué hacen” los padres y las madres para atender las necesidades de sus hijos en los contextos de riesgo y vulnerabilidad en que viven.
El modelo ecológico-evolutivo del desarrollo de la familia permite analizar estas situaciones ampliando nuestra perspectiva y situando las capacidades de los padres y de las madres para tener cura de sus hijos e interaccionar con ellos en el foco de la intervención profesional. Este enfoque permite valorar el ejercicio de las competencias parentales para tomar decisiones sobre si un menor tiene que permanecer al hogar o se tiene que aplicar una medida de protección y separación. Del mismo modo, evaluar una familia, desde el punto de vista de su capacidad para hacerse cargo de sus hijos, hace poner una atención a sus competencias y no simplemente analizar cuáles son sus debilidades y factores de riesgo. La identificación de áreas de competencia y aspectos positivos constituye un paso previo a su fomento y potenciación en la intervención que se lleva a cabo con estas familias, que ven así que se aprecian aquellos aspectos el funcionamiento de las cuales es más adecuado o parece tener más potencia (Amorós, Balsells, Fuentes-Pelaez, Pastor, Molina, Mateos, 2010; Rodrigo, Martin, Cabrera, Maiquez, 2009.).


Un ejemplo de como el modelo ecológico-evolutivo de la familia puede ser la columna vertebral de un modelo de intervención en familias e infancia es el Framework for the Assessment of Children in needandtheir famílies (Department of Health, 2000); se trata de la propuesta anglosajona que establece desde este marco conceptual un referente para la valoración y la toma de decisiones del Sistema de protección de la infancia; ofrece una manera sistemática por analizar, comprender y recopilar el que está sucediendo a los niños y jóvenes dentro de sus familias y del contexto más amplio de la comunidad en que viven. Se centra en un conocimiento de las necesidades de desarrollo de los niños, la capacidad de los padres o cuidadores para responder adecuadamente a estas necesidades y el impacto de la familia extensa y los factores ambientales sobre la capacidad del padres y niños. Evalúa tres áreas:
a) las necesidades de desarrollo de los niños (salud, educación, desarrollo emocional y de comportamiento, identidad, familia, representación social y autonomía),
b) las competencias parentales (atención básica, seguridad, calidez emocional, estimulación, límites y estabilidad), y
c) los factores ambientales y familiares (historia familiar, familia extensa, vivienda, ocupación, ingresos, integración social y recursos de la comunidad).
                                                                                   

Y del mismo modo que este modelo nos ayuda valorar por igual los tres niveles – contexto, necesidades del niños y competencias parentales–, también nos invita a orientar las acciones profesionales hacia la adquisición de habilidades para lograr un rol parental adecuado ante los hijos: establecer normas y límites, traer los hijos a la escuela, proporcionarlos una alimentación adecuada, darlos seguridad emocional, establecer un clima afectivo y de comunicación...
De hecho, el Consejo de Europa, consciente de la importancia de la familia y del buen desempeño de las responsabilidades parentales, ha promovido la Recomendación Reguera (2006) sobre políticas de apoyo al ejercicio positivo de la parentalidad. La parentalidad positiva se refiere "al comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del niño, que tiene cura, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación que incluyen el establecimiento de límites para permitir su pleno desarrollo". El ejercicio de la parentalidad positiva se basa en los principios rectores siguientes, que tienen que inspirar el desempeño de la tarea educadora (Rodrigo, Máiquez y Martín , 2009):
-        Vínculos afectivos cálidos, protectores y estables porque los hijos se sientan aceptados y estimados. Esto supone el fortalecimiento continuado de los vínculos familiares a lo largo del desarrollo, y modifica las maneras de manifestación del afecto con la edad.
-        En torno estructurado, que proporciona un modelo, una guía y una supervisión porque los hijos aprendan las normas y los valores. Esto supone el establecimiento de rutinas y hábitos para la organización de las actividades cotidianas donde se llevan a cabo estos aprendizajes.
-        Estimulación y apoyo al aprendizaje cotidiano y escolar para el fomento de la motivación y de sus capacidades. Esto supone observar las características y las habilidades de los niños, estimularlos y apoyarlos en sus aprendizajes, así como tener en cuenta sus adelantos y sus éxitos. (Amorós, 2000).
-        Reconocimiento del valor de los hijos, mostrar interés por su mundo, dar validez a sus experiencias, implicarse en sus preocupaciones, responder a sus necesidades, que supone considerar las personas a las que tenemos que comprender y tener en cuenta sus puntos de vista porque vayan tomando parte activa y responsable en las decisiones de la familia.
-        Capacitación de los hijos, hacerlos percibir que son agentes activos, competentes y capaces de tener impacto sobre las situaciones e influir sobre los otros. Por eso se recomienda crear a la familia espacios de boy escout, interpretación y reflexión de los mensajes de la escuela, los iguales, la comunidad, el mundo del ocio y los medios.
-        Educación sin violencia, que excluye toda forma de castigo físico o psicológico degradante, porque se considera que constituyen una violación del derecho de los hijos, con respecto de su integridad física y su dignidad humana, y porque impulsa a la imitación de modelos inadecuados de relación interpersonal y los hace vulnerables ante una relación de dominación impuesta por la fuerza.

Metodologías grupales para la enseñanza y el aprendizaje de competencias parentales.
El aprendizaje grupal es una de las estrategias que está demostrando más eficacia y eficiencia en la enseñanza y el aprendizaje de competencias parentales en familias en riesgo y alto riesgo social.
Estos programas de apoyo grupal son especialmente adecuados para fomentar la parentalidad positiva, puesto que consiguen enseñar estrategias efectivas para afrontar los problemas cotidianos que produce la situación en la cual están involucrados, favorece el análisis de las propias actitudes y permite contrastarlas con las otros personas en situación similar, y, finalmente, ayuda a hacer que padres e hijos comprendan las diferentes perspectivas en que se puede analizar una situación.
Hay que diferenciar de  esta metodología grupal otros tipos de encuentros de padres y madres que persiguen otros objetivos, como por ejemplo los grupos de autoayuda, las escuelas de padres donde se hacen charlas y conferencias o los grupos terapéuticos.
La metodología grupal a través de los grupos de apoyo, enfocada a la enseñanza y el aprendizaje de competencias parentales, requiere un programa diseñado que tenga en cuenta tres aspectos clave: aprendizaje grupal, perspectiva holística y rol del profesional:
  1. El aprendizaje grupal consiste a estimular la participación activa de las personas que participan en el grupo a través de dinámicas adecuadas a la competencia que se quiere trabajar; justo es decir que, cuando un padre o una madre forma parte de este grupo, ya está ejerciendo su rol parental. Por lo tanto, ya se está enfrentando a la tarea de educar y se sitúa ante el grupo con unos conocimientos previos que hay que reutilizar o redefinir. Por lo tanto, resulta más efectivo que la metodología sitúe la persona no como un objeto de enseñanza a quien hay que transmitir una serie de contenidos, sino como un sujeto de aprendizaje y de enseñanza. Así, el aprendizaje grupal ayuda a hacer que los participantes reflexionen sobre sus prácticas educativas y que se comprometan en un proceso de cambio y mejora de sus competencias. La clave está a escoger técnicas y dinámicas de grupo sistemáticas, estructuradas y adecuadas para fomentar la participación, el análisis, la reflexión, así como para dar la oportunidad que compartan las vivencias entre los componentes del grupo. Es decir, que los permita analizar las propias experiencias y poder contrastarlas con las otros personas en situación similar. Algunas técnicas de eficacia demostrada con familias en riesgo y alto riesgo social son, por ejemplo, la lluvia de ideas, los diálogos simultáneos, el estudio de casos con apoyo audiovisual, el role playing, la fantasía guiada o la escultura.
2.    Perspectiva holística: un proceso de aprendizaje de competencias parentales se produce en tres niveles diferentes: el cognitivo, el afectivo y el comportamental. Por lo tanto, el programa tiene que promover el desarrollo en tres dimensiones:
-        Dimensión emocional para ayudar a manejar las emociones en aspectos como por ejemplo la disposición a aceptar el propio rol parental, mostrar respeto hacia los hijos, sus intereses y sus disparos...
-        Dimensión comportamental por medio del desarrollo de habilidades que permitan afrontar de manera competente la comunicación con los hijos, el establecimiento de normas, valores y límites para crear un entorno estable y estructurado, o para tener una mejor relación con el entorno escolar de los hijos.
-        Dimensión cognitiva que facilite más comprensión y más conocimiento de los aspectos relacionados con el proceso de crecimiento de los hijos y sus implicaciones, de los recursos del medio que pueden ayudar en la crianza de los hijos...
3. Rol del profesional: el tercer aspecto fundamental para el desarrollo de estos grupos es el rol que tiene que hacer el profesional; no se trata de asumir el papel de experto o de profesor, sino que tiene que desarrollar las tareas propias de un dinamizador de grupos. Su función principal es fomentar el aprendizaje grupal a través de dinámicas, hacer de guía y equilibrar la participación de todo el mundo. Se tiene que esforzar a escuchar todas las personas del grupo, en su comunicación verbal y no verbal, con respecto de las diferencias necesarias ante grupos con gente de orígenes y trayectorias diferentes. Para el buen desarrollo de la dinámica del grupo, el profesional tiene que ser especialmente habilidoso para crear un ambiente de confianza y una relación basada en la colaboración y la cooperación y no basada en una relación profesor-alumno. La creación de este clima es fundamental para asegurar la asistencia continuada de los participantes, puesto que acaba para proporcionarlos una red de relaciones sociales no asequible fácilmente de otro modo. Esto da un valor añadido a esta metodología, puesto que ayuda a reducir el aislamiento social y proporciona seguridad y consolidación ante los sentimientos, hace sentirse parte de un colectivo con los mismos intereses, deseos, necesidades y expectativas.

Metodologías individualizadas hacia la planificación conjunta, el partenariado y la participación.
Si las metodologías grupales son demostradas como eficaces para la enseñanza-aprendizaje de competencias parentales, las metodologías que se orientan a las intervenciones individualizadas son igualmente necesarias.
Justo es decir, pero, que en este nivel también se está avanzando en un trabajo en familias que permita un buen abordaje del trabajo de competencias. Un elemento muy importante porque padres, madres e hijos introduzcan cambios en las dinámicas familiares para la mejora de las competencias, es conseguir su colaboración en todo el proceso, que consta de la evaluación, la planificación y la intervención.
El interés, la motivación, la implicación y la participación de las familias son condiciones del todo necesarias para llevar a cabo un aprendizaje de competencias parentales con éxito. Por lo tanto, es importante reconocer la responsabilidad de los padres y sus hijos para implicarlos, desde el primer momento, en la toma de decisiones sobre los objetivos a lograr, el plan de intervención y las maneras de evaluar (Balsells, 2005, 2007). Actualmente se está produciendo un cambio en la perspectiva con la cual se trabaja en los sistemas de protección a la infancia, y se otorga un papel más activo a los miembros de la familia y otros agentes relacionados con el bienestar del niño. Implicar los padres y sus hijos en la toma de decisiones que los afectan acostumbra a garantizar resultados más positivos y satisfactorios que cuando las decisiones las toman exclusivamente los profesionales. Trabajar desde esta perspectiva supone compartir los supuestos siguientes (Burford y Hudson, 2002):
-        Las familias tienen derecho a participar en las decisiones que los afectan: se los tiene que apoyar a fin de que encuentren la solución en sus propios problemas.
-        Las familias son competentes para tomar decisiones siempre que tengan la información y el apoyo necesario: se tiene que buscar activamente la colaboración y el liderazgo de los grupos familiares en la elaboración y la implementación de planes que apoyen a la seguridad, la permanencia y el bienestar de sus hijos.
-        Las decisiones tomadas dentro de la familia tienen más probabilidad de éxito que las impuestas por agentes externos. La participación directa de la familia funciona mejor para resolver los problemas que los esfuerzos de los profesionales, puesto que cuando los implicados pueden tomar decisiones en aquello que los afecta son más propensos a colaborar y traer las acciones a término y obtienen mejores resultados.
Desde esta óptica, hacen falta estrategias profesionales que permitan hacer realidad una cuestión tan complicada. La utilización de recursos con apoyo material y visual en las entrevistas con las familias puede ser un camino para hacer una aproximación participativa a las competencias parentales, puesto que es un apoyo que puede favorecer la participación y el diálogo entre los niños, los padres y los profesionales. Se trata de buscar activamente la participación de las familias para evaluar sus competencias parentales, para planificar conjuntamente el plan de trabajo y para poner en práctica los compromisos. Plantear la entrevista como una sesión de plena participación de los niños y sus familias, incluso de personas de su red social, para realizar un trabajo de partenariado y concertación a lo largo de todo el proceso, es una estrategia que permite llevar a la práctica la participación.
Encontramos dos propuestas internacionales –Italia y Canadá - que están desarrollando estas estrategias; para hacerlo, se han inspirado en el modelo Framework, pero han hecho una aproximación constructivista y participativa de la valoración, la planificación y el trabajo. La experiencia italiana es el “Programa de intervención para la prevención de la institucionalización” (PIPPI) impulsado por la Dirección general para la Inclusión y los Derechos Sociales del Ministerio del Trabajo y de la Política Social de Italia (Milani, Serbati, Lus, 2011, 2013); la experiencia canadiense es AIDES (Acción Intersectorial para el Desarrollo de la Infancia y su Seguridad), impulsado por el Gobierno canadiense (Léveillé, S. & Chamberland, C., 2010).
Teniendo en cuenta el papel de las competencias parentales en el modelo ecológico- evolutivo de la familia, se tendría que favorecer la reflexión de padres y de lmadres en los tres niveles (Chamberland, Clément, Lacharité, Bouchard, 2012):
-        Necesidades de los niños: ¿Mi hijo se está desarrollando correctamente? Salud, educación, desarrollo, identidad, relaciones, autonomía, autoestima...
-        Competencias parentales: ¿Cuáles son mis capacidades y mis dificultades para tener cuidado de mi hijo y educarlo? En sus necesidades físicas, en su seguridad, en proporcionarle afecto, en estimular sus aprendizajes, en crear un clima de estabilidad y un entorno estructurado...
-        El contexto de la familia: ¿Qué personas y qué redes o recursos me pueden ayudar a hacerme cargo de mi hijo? Familia extensa y amigos, servicios de la comunidad y del barrio, ayudas para la vivienda, situación laboral...


Igualmente, los hijos y las hijas, en función de su edad, pueden valorar cuál es su situación en estos tres niveles: ¿Me siento bien y estoy desarrollándome correctamente? ¿Qué me aportan mis padres? ¿Me comprenden, me vigilan para que no me haga daño? ¿Me reconfortan cuando lo necesito...? ¿Y mi entorno? ¿Tenemos amigos y familia que nos echan una mano, ¿Hago actividades con las personas cercanas que me permiten disfrutar del tiempo de ocio...?
Pero la participación de padres e hijos no tiene que quedar solamente en la evaluación inicial, puesto que el objetivo no es hacer un diagnóstico clínico o terapéutico, sino favorecer una valoración conjunta para acordar un plan de trabajo y para desarrollar las acciones necesarias para llegar a la mejora de las competencias parentales y a la mejora de la situación de los niños y niñas de las familias. Por lo tanto, una de las claves es la combinación entre la práctica de intervención y la práctica de la evaluación, de forma que los implicados se convierten en protagonistas del proceso de evaluación de sus acciones y aprenden a evaluar su propia eficacia (Milani, Serbati y Lus, 2011, 2013).
Cómo decíamos al inicio, un camino complejo con nuevos retos profesionales puede buscar más incorporación de metodologías grupales y un incremento del rol activo de los protagonistas en las metodologías individualizadas. El trabajo con familias en sistema de protección de la infancia que incorpora estas metodologías nos permite avanzar en el trabajo de las competencias parentales; de este modo hacemos que el centro de nuestra intervención sea el niño, pero nuestro foco de acción profesional son los padres y las madres que necesitan tener más competencias para hacerse cargo de la cura, la educación y el aprecio de sus hijos.

Recursos de interés
Amorós, P.; Rodrigo, M.J.;Balsells, M.A.;Byrne, A.; Fuentes, N.; Guerra, M.; Martín, J.C.; Mateos, A. i Pastor, C. Aprendrejunts, crèixer en familia. Barcelona: Obra Social "la Caixa", 2011.

Hidalgo García, M.V.; Menéndez Álvarez-Dardet, S.; López Verdugo, I.; Sánchez Hidalgo,J.;Lorence Lara, B. i Jiménez García, L. Programa de formación y apoyo familiar. Sevilla: Ayuntamiento de Sevilla, 2011.

Martínez González, R.A. (2009). Programa-Guía para el Desarrollo de Competencias Emocionales, Educativas y Parentales. Madrid: Ministerio de Sanidad y Política Social, 2009.
Rodrigo, M.J.; Martín, J.C.;Máiquez, M.L.; Álvarez, M., i Byrne, S., González, A.; Guerra, M.; Montesdeoca, M.A.,i Rodríguez, B. Programa vivir la adolescencia en familia. Programa de apoyo psicoeducativo para promover la convivencia familiar. Toledo: Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 2010.

Referencias bibliográficas
Amoros, P. i Ayerbe, P.Intervención educativa en inadaptación social. Madrid: Sintesis, 2000.
Amorós, P.; Balsells, M.A.; Fuentes-Peláez, N.;Molina, C.;Mateo, A.,i Pastor, C. “L’attenzioneallefamiglie in situazione di vulnerabilità”. Rivista italiana di Educazionefamiliare,(2), 37-44. (Italia): Firenze University Press, 2010.
Balsells, M.A. “Modalidades de acción socioeducativa especializada con padres en situación de riesgo social: estudio comparado entre Canadá y España”, Revista Española de Pedagogía, vol. 231, p. 259 - 274, España, 2005.

Balsells, M.A. Orientaciones para promover acciones socioeducativas con familias en situación de riesgo social, Guía para la gestión de centroseducativos, Barcelona, 2007.

Burford, G. iHudson, J. (ed.). Family Group Conferencing: New Directions in Community-Centered Child and Family Practice.New Jersey, 2002.

Chamberland, C.;Clément, M.È.;Lacharité, C.,iBouchard, V. Quality of exposure of the AIDES social innovation and developmental outcomes of the children and parents. In Keeping children safe in an uncertain word: learning form evidence and practice. Symposium conducted at the 8th congress of the British Association for the Study and Prevention of Child Abuse and Neglect (BASPCAN), Northen Ireland, United Kingdom, abril de 2012.

Department of Health.Framework for the Assessment of Children in Need and their Families.London: The Stationery Office, 2000.

Léveillé, S. i Chamberland, C.Toward a general model for child welfare and protection services: A meta-evaluation of international experiences regarding the adoption of the Framework for the Assessment of Children in Need and Their Families (FACNF). Children and Youth Services Review, 32(7), p. 929-944 (2010).

Milani, P.; DiMasi, D.;Isus, M.;Serbati, S.; Tuggia, M., iZanon, O. Ilquaderno di PIPPI (Programma di Intervento Per laPrevenzionedell’Istituzionalizzazione. Teorie, metodi e strumenti per l’implementazione del programma. Ministerio del lavoro e dellepolitihcesociali. Universitàdeglistudi di Padova, 2013.

Milani, P.; Serbati, S.; Lus,M.; (2011) Programma di Intervento Per la Prevenzione del l’Istituzionalizzazione. Guida operativa Ministerio del lavoro e del lepolitihcesociali. Universitàdeglistudi di Padova.

Rodrigo, M.J.;Márquez, M.ªL.,iMartín, J.C. Parentalidad positiva y políticas locales de apoyo a la familia. Madrid: Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) y Ministerio de Sanidad y Política Social, 2009.

Rodrigo, M.J.; Martin, J.C.; Cabrera, E. i Máiquez, M.L. Las Competencias Parentales en Contextos de Riesgo Psicosocial.Intervención Psicosocial [online]. 2009, vol.18, n.2 [citat el 2013-09-18], p. 113-120 (2009).
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