El menor acogido y sus dos familias.
Juan Alonso Casalilla Galán, diciembre 2020
Fuente: Deseo y razón
El
objetivo de esta entrada es proporcionar algunas claves para reflexionar lo
que implica la presencia de la familia biológica en el cuidado de los
niños que se encuentran en acogimiento familiar.
En
primer lugar y de cara a exponer algunos aspectos del acogimiento familiar que
nos permitan pensar en él, más allá de lugares comunes, recordemos que las
bondades del acogimiento familiar nacen de las mismas fuentes de las que nacen
sus complejidades. La bondad del acogimiento familiar nace de que
proporcionamos al menor una familia donde desarrollarse, su complejidad estriba
en que pertenece también, sigue filiado, a la familia de la que fue
separado.
Esta
circunstancia, inherente a la propia medida de protección, lleva a
que acoger suponga para las familias acogedoras el mantenimiento más o
menos estrecho del contacto con la familia de origen, de la que fue separado.
Este
reto, supone el mantenimiento de la "distancia" adecuada con la familia de
origen, y quizás sea la tarea más difícil de gestionar ya que exige a los
acogedores, profesionales y familia de origen, aceptar plenamente que el niño
pertenece a dos núcleos familiares, entre los cuales en muchas ocasiones surgen
sentimientos encontrados.
Esta
doble pertenencia, supone a veces, un verdadero escollo para las familias
acogedoras, ya que resulta difícil entender para ellas, como contextos en los
que la vida de los niños implicaba desatención, puede ser sentidos y "pensados" por éstos como los más apreciados y propios.
Sin
embargo, debe tenerse en cuenta que el sentimiento de pertenencia en los niños,
inicialmente y de forma natural, es el que los une a la familia y entorno de
origen, sea cual sea las circunstancias en las que se encuentren. La
adscripción a la familia de acogida se producirá después y su éxito dependerá
de la capacidad de los acogedores para mostrar comprensión con las
características del entorno de origen, permitiéndole al niño la posibilidad de
pertenecer a ambos ámbitos.
Tengamos
en cuenta que, aunque las circunstancias que llevan al acogimiento
familiar suponen la ruptura de la convivencia con la familia de origen por una
acción administrativa o judicial, resultado de la constatación de una
imposibilidad del ejercicio de los deberes de cuidado por parte de los
padres, el menor no tiene conciencia de que el malestar que sufre es
responsabilidad de sus padres. El niño puede tener plena conciencia de que está
mal, pero no sabe que ese malestar es resultado del comportamiento de los
padres y por supuesto en la mayoría de las ocasiones no desea cambiar de
familia.
Tengamos
también en consideración, que protegemos al niño, pero las decisiones que en un
momento dado se tomaron pensando en él, fueron sin contar con él.
Todas
estas circunstancias hacen que en el menor acogido tenga especial relevancia la
necesidad de comprender el significado histórico y personal que tiene el hecho
de haber sido separado de sus padres y no haber podido criarse con ellos. Estas
circunstancias suponen dificultades en el menor para "apropiarse" de su
condición de acogido, viviendo el evento trascendental de ruptura con su
familia de origen como algo extraño a él, a lo que le cuesta dar significado en
su historia.
Es
frecuente encontrar en las consultas de seguimiento, actitudes de hostilidad y
desconfianza en los chicos hacia sus acogedores. Actitudes y sentimientos que
se traducen en conductas de rebeldía y violencia hacia sus cuidadores.
En no
pocas ocasiones, rastreando estas actitudes, encontramos en los chicos una
pregunta sin resolver sobre su historia de vida. Esta pregunta gira
alrededor de los motivos que dieron lugar a la toma de medidas de protección
por parte de las Entidades Públicas responsables, así como en torno a las
motivaciones que empujaron a sus acogedores a incorporarlos en su vida y a la
imposibilidad de su familia biológica de hacerse cargo de ellos.
En este
escenario surgirán dudas y enigmas, que sin la adecuada compañía alentarán
fantasías muy negativas de rapto, robo o apropiación por parte de las personas
que les cuidan. No olvidemos también las fantasías de ser poco
valioso o desechable por parte de la familia biológica.
Fantasías
que generan un fondo de desconfianza y hostilidad que pueden traducirse en
problemas de convivencia.
Así,
este aspecto, lo que podemos llamar "extrañamiento de la
medida" introduce una necesidad central en el menor; necesidad de saber y
dar un sentido a los importantes giros de destino al que el sistema de
protección le ha sometido y sobre los cuales el menor no tiene ningún tipo de
control.
Por lo
tanto, en el caso del acogimiento familiar uno de los aspectos más importantes
es dar cuenta al niño de los motivos y las razones que sostienen el hecho de
porqué han llegado a formar parte de nuestra familia, para que éste, a lo largo
de su recorrido vital se apropie de su propia historia, que la haga suya.
En el
abordaje de estas temáticas, difícil sin lugar a dudas, es el aspecto
fundamental de la construcción de sus orígenes y la elaboración de su historia
de vida.
Si el
niño siente comprensión en sus esfuerzos por conservar lo que lo identifica y
lo define como persona, al mismo tiempo que se adapta a su nueva y compleja
realidad, la doble pertenencia es posible.
Así el
acogimiento en cualquiera de sus modalidades exige de las familias una entrega,
una generosidad y unas aptitudes especiales, pues supone incorporar realmente,
de alguna manera, a la familia de origen del menor en sus vidas y acompañar a
éste en la elaboración de su historia en presencia de
esta familia de la que fue apartado.
Se hace
ineludible para el menor, conocer, compartir e investigar
con guardadores la información en torno a los hechos y
circunstancias que fundamentaron la toma de medidas de protección y de porqué
ellos mismos eligieron ampliar la familia por esta vía. En resumen elaborar su
historia de vida,
El
abordaje de este aspecto contribuye a:
- Evitar
disociación y fragmentación de la vida emocional y relacional.
- Generar
un vínculo seguro.
-
Reparar los posibles daños sufridos en el pasado y sus consecuencias.
Para
concluir, podemos afirmar que una de las responsabilidades más importantes
que supone ser guardador es la de ayudar a los menores que tenemos bajo
nuestra guarda a descifrar el mundo que les rodea, y en último término dar
sentido a su vida. La presencia de la familia biológica en la vida del
niño a lo largo de todo el desarrollo del acogimiento familiar (adecuadamente
regulada y supervisada) es un aspecto esencial para su desarrollo personal y su
integración social. Su circunstancia histórica singular llama a ser
descifrada e integrada. Los adultos que estamos cerca debemos ser buena
compañía para ello.