M.T. Muñoz Guillén .
Revista Pensamiento Psicoanalítico, nº1, 2017
…escenarios
parentales en donde no se estableció la diferencia jerárquica entre padres e
hijos, quedando éstos, muchas veces fusionados, cabe mejor decir atrapados, en
lazos pegajosos que no discriminan el yo del niño del de los padres. El
escenario parental es difuso, sin claridad en el reparto de roles lo que
dificulta, cuando no, impide, la instauración del Edipo. Los padres no quieren
ser padres, sino “amigos” de sus hijos, “colegas”, colocándose así, en un lugar
que no corresponde, abdicando y renunciando a ejercer la función de padres,
que, por otra parte, es reclamada por sus hijos. Es evidente que asistimos a un
descrédito de la autoridad. No ejercer la autoridad no es dar más libertad al
hijo, es abandonarlo a la tiranía de sus necesidades y contradicciones. Adultos
con personalidades infantiles y que no facilitan el acceso de sus propios hijos
a la madurez, o -al contrario- padres que instalados en esos posicionamientos
infantiles, convierten a sus hijos en “padres de ellos mismos” dando lugar al
fenómeno que conocemos como “parentificación”. En cualquier caso, confusión de
roles, seducción perversa y relaciones familiares, unas veces demasiado
adhesivas y otras, ausentes, carentes de la envoltura que permite poner en
marcha la autoestima narcisista necesaria para actuar como organizadora y
preservadora de la vida…