Historia
Vs memoria en el niño adoptado y acogido.
Juan Alonso Casalilla Galán, 2015
Fuente: Deseo y razón
Desde la perspectiva de padres y cuidadores el
encuentro con la historia de vida de niños/as en acogimiento
familiar o en adopción inquieta con frecuencia. En el entramado de la vida
cotidiana son infinidad las escenas, donde las preguntas, las inquietudes y los
miedos en relación a la historia y origen “entran en juego”.
La inmensa mayoría de las dificultades y angustias (que se
suscitan en todos los actores implicados) relacionadas con las
historia y circunstancias de vida de los niños/as, pueden
implicar momentos de angustia donde la familia queda sin respuesta. El
nacimiento de un hermanito, la inquietud ante un encuentro, el miedo ante el
supuesto daño que pudiera causar una información, una solicitud de visitas de
un familiar con el que ya no se contaba, una comunicación “imprevista” en
el transcurso de una visita y/o entrevista, las afirmaciones de un compañero de
clase o de un amigo “bienintencionado” de la familia, pueden poner en
cuestión una estabilidad “confortable”, alcanzada tras meses o años y nos
obliga a poner en juego una reformulación de la historia… en resumen a
sostener inquietudes que despertarán más preguntas… y a salir de una
estabilidad confortable que a veces es confundida con un indicador de salud y
estabilidad psíquica.
Esto que aparece y resulta enigmático, que provoca angustia
y preguntas, debemos contemplarlo necesariamente como
una oportunidad para la re-elaboración de la historia de niño. Una
oportunidad para hacer relación y erigirnos en figuras de referencia confiables
y seguras.
Es en el momento (actual), donde emerge la pregunta o
la interrogación, cuando la memoria del chico pide una nueva
construcción, construcción para la que demanda compañía fiable.
Porque los recuerdos no son copias exactas de informaciones o
experiencias, sino que la memoria los reelabora en el momento de la
recuperación, momento que nos conmueve. Esta característica contrastada
por el trabajo clínico y las evidencias científicas ponen en primer plano la
responsabilidad que tenemos como padres y cuidadores en el desarrollo de la
personalidad…el reto no está en un pasado inamovible si no en un presente que
pide nuevas significaciones.
Es aquí donde la distinción entre historia y memoria puede
sernos útil para pensar la historia y origen de los niños. La historia como
realidad “material” de hechos acontecidos, que todos podemos compartir y la
memoria individual como registro singular que ha hecho cada persona
de lo acontecido, como “versiones” que cada participante de la relación
registra y reelabora continuamente.
Desde el punto de vista de la historia el pasado
del niño que ha sufrido una situación de desprotección y/ o maltrato es claro,
las intervenciones están motivadas con relativa claridad y esa ruptura
con las personas que les dieron la vida tiene unas causas, unas motivaciones y
unos fines establecidos.
Desde el punto de vista subjetivo del menor (memoria) nos
encontramos normalmente con “infinidad de páginas en blanco por llenar” y una
gran cantidad de hechos y circunstancias inconexas sin un significado ni un
sentido claros… ¿Por qué fui apartado de mi familia biológica? ¿A qué se debe
la ausencia de mi madre? Circunstancias que si no son adecuadamente tratadas
generan fantasías de secuestro, inadecuación, disociación,
traumas...etc.
Es en este último plano desde donde trabajamos padres,
cuidadores y profesionales y la historia de vida “vivida”, la memoria
debemos concebirla aquí como construcción actual frente a los
enigmas del presente y como re-significación permanente de hechos y
acontecimientos del pasado.