COMUNICADO
De los trabajadores del Centro "Picón del Jarama"
A través de este escrito los trabajadores del Centro de Atención Psicosocial Picón de Jarama queremos manifestar nuestra profunda indignación ante la indiscriminada criminalización que estamos sufriendo. No sólo se está cuestionando nuestra intervención sino que se están vertiendo constantes acusaciones basadas en un amplísimo informe del defensor del pueblo que los diversos medios de comunicación han simplificado y desvirtuado. En dicho informe no existe una relación directa entre nuestro centro de trabajo y las acusaciones vertidas, sino que estas aparecen en apartados diferenciados en los que el defensor del pueblo recoge las denuncias de los propios menores y la prensa se encarga de estructurar como afirmaciones del propio defensor del pueblo.
Pretendemos reafirmar nuestra convicción en cuanto a la intervención que venimos desarrollando, completamente alejada de lo transcendido en los medios de comunicación. Por lo tanto, en nuestro centro de trabajo:
- No existe maltrato de ningún tipo, físico o psicológico.
- Las personas que intervenimos tenemos la correspondiente cualificación y titulación para realizar las funciones asignadas.
- La medicación está pautada, preescrita y administrada por un médico, un médico psiquiatra y dos enfermeras, informando al menor en todo momento de la medicación administrada y explicándole las razones. Esta medicación es pautada junto al menor y se procura una progresiva disminución procurando la extinción (en los perfiles que lo permite) del uso farmacológico. Aproximadamente un 60% de los menores no tiene preescrito mediación psiquiátrica de ningún tipo.
- No existe el asilamiento, los momentos en los que el menor muestra una alta agitación psicomotriz que dificulta su permanencia en el grupo la supervisión educativa es constante y rigurosa
Puesto que nos enmarcamos en el ámbito de la intervención social con menores en riesgo, también somos plenamente conscientes de las carencias que dificultan una intervención de mayor calidad y que repercuten directamente en aquellos menores hacia los que nos dedicamos. Sueldos miserables, horarios extenuantes, dificultad en cuanto al acceso de materiales pedagógicos, sobresaturación de responsabilidades, escaso y descompensado número de personal, inseguridad y exposición física ante situaciones violentas y de riesgo, son una realidad en este ámbito profesional, derivados de una administración poco consciente de la complejidad y las necesidades, que parece priorizar en escatimar fondos anteponiéndose al objetivo final de nuestra intervención: proporcionar posibilidades reales para aquellos que, por diversas circunstancias, han quedado relegados y desvinculados de sus propios contextos sociales. Por consiguiente, valoramos positivamente informes como el aparecido pues suponen una oportunidad para regularizar y estructurar un ámbito como el social, muchas veces tan desamparado como los menores con quienes intervenimos.
La mayoría de los medios de comunicación focalizan su atención en acontecimientos aislados, descontextualizados y en absoluto contrastados, favoreciendo una alarma social perniciosa para los propios menores, que les permite vivenciar su propio proceso madurativo desde una perspectiva victimista, revirtiendo el proceso educativo que se estaba desarrollando. Por otro lado, la justificación pública en cuanto a nuestros modelos de intervención también puede ser generadora de un autoconcepto estigmatizado hacia nuestros chavales.
De esta manera, pretendemos transferir la responsabilidad que cada una de las partes posee, exigiendo a la administración una regularización que mejore y clarifique las condiciones y a los medios de comunicación una información más veraz y contrastada acerca del contexto en el que nos manejamos.
No sólo no tenemos nada que ocultar sino que estamos deseando mostrar el contexto en el que nos desenvolvemos. Pero, sobre todo, reafirmar nuestra esperanza en cuanto a los protagonistas principales de dicha intervención, que no son otros que los propios menores, principales valedores de las conquistas adquiridas, principales verificadores de que con su esfuerzo tienen sobrada capacidad para revertir las situaciones más complicadas.
En Madrid, a 05 de Febrero de 2009.
Trabajadores del CAPS Picón de Jarama.