Los grupos de atención postadoptiva.
Els grups d’atenció postadoptiva
Pau
Cerdán Badia*.
Butlletí
d’Inf@ncia nº105, 2018.
D. de Treball, Afers Socials i Famílies;
Generalitat de Catalunya
*Coordinador del Servicio de Preadoptivos y del
Espacio de Atención Postadoptiva de la ICIF Casa Sant Josep
de Tarragona. paucerdan@casasantjosep.cat
La llegada de un niño adoptado al seno de una familia es
vivida con alegría, entusiasmo e ilusión. La paternidad y la maternidad
adoptiva es habitualmente un acto meditado, consensuado y muy elaborado que supone
a menudo que, desde el momento de la decisión hasta el momento de la llegada
del niño, puedan pasar años.
Los niños adoptados acostumbran a presentar unas
características diferentes de los que crecen en familias en las cuales han
nacido. A menudo llegan acompañados de historias de abandono y de malostratos
y, muchas veces, pueden haber crecido durante años con adultos que les han
ofrecido modelos de vinculación afectiva inseguros. Otros lo han hecho con una
familia de acogida o bien ingresados en un centro residencial de acción
educativa (CRAE), y necesitan tiempo para poder generar nuevas vinculaciones de
confianza.
En Cataluña, el acompañamiento técnico de estos niños y de
las familias adoptivas se inicia al constituir el acogimiento familiar
preadoptivo y finaliza en el momento en
que se obtiene la firmeza de la adopción mediante una resolución judicial.
Mientras dure la medida inicial de acogimiento preadoptivo, los técnicos de las
instituciones colaboradoras de integración familiar (ICIF) son los
responsables de acompañar las familias y los niños adoptados y hacer su
seguimiento.
En adopción internacional, cuando llegue el momento y la
familia reciba la tan esperada propuesta, viajará al país de origen para
empezar el proceso de relación y vinculación con el niño y efectuar los
trámites necesarios ante los órganos judiciales competentes. En este caso, la
adopción se constituye de manera mucho más inmediata.
Legalmente, desde el
momento en que se obtiene la adopción firme, un niño adoptado pasa a tener
exactamente los mismos derechos y deberes que tiene un niño que crece y convive
con la familia en la cual ha nacido.
Emocionalmente la
realidad no es exactamente así. Los niños adoptados presentan a menudo
características, carencias y necesidades diferentes del resto de niños y niñas.
Muchas veces, cuando se logra legalmente la firmeza de la adopción, el proceso
emocional de filiación todavía está en un momento muy frágil y no consolidado.
Desde el momento en que una familia decide adoptar hasta que
esta adopción es firme, la familia pasa por diferentes etapas: el proceso de
valoración, espera, probablemente tendrán que hacer una nueva valoración para
actualizar su idoneidad, la continuidad de la espera, la propuesta de un niño,
periodo de acogimiento preadoptivo (en el caso de las adopciones
nacionales) o el traslado al país de origen (en las adopciones
internacionales).
En cada una de estas etapas se valora, se acompaña y se
aconseja a las familias y a los niños, y se les facilita apoyo. Pero el periodo
más largo, donde también pueden aparecer dificultades, podría ser el más
olvidado; este periodo se inicia con el auto firme de la adopción y durará años
y años.
Es por eso, y para dar respuesta a estas necesidades, que en
año 2005, el Instituto Catalán de la Acogida y de la Adopción (ICAA) creó el
Espacio de Atención Postadoptiva, para ofrecer a las familias un espacio
de orientación y asesoramiento especializado con el fin de ayudarles y darles
herramientas para comprender a sus hijos e interpretar adecuadamente la
comunicación que con ellos se establece.
Los padres y las madres adoptivos tienen, o piensan que
tienen, el mapa de a dónde quieren dirigirse con sus hijos; pero, alguna
vez, este mapa es difícil de interpretar
y, en parte, es diferente del que usarían los padres con hijos biológicos.
Esto, sin una ayuda externa, podría conducirles a lugares a los que no querrían ir.
Cuando en 2014 la ICIF Casa Sant Josep empezó a
ofrecer este Espacio de Atención Postadoptiva a las familias adoptivas del
Campo de Tarragona, enseguida otorgamos un peso fundamental a la oferta de grupos
de reflexión postadoptiva
Creer en la potencia terapéutica que tiene la
intervención grupal y aprovechar las experiencias de unos para ayudar
a otros, que podrían tener las mismas dificultades, es fundamental en estas
dinámicas.
El formato adoptado ha estado basado siempre en el modelo
clásico de grupo, donde el compromiso de participación y asistencia, la
confidencialidad, la libertad, el derecho a opinar y el respecto a las
opiniones de los otros son los fundamentos básico que dan sentido al grupo.
Los grupos siempre han sido formados por un máximo de seis o
siete familias y dos dinamizadores de grupo (técnicos de la ICIF), cinco
sesiones con duración de dos horas y de periodicidad mensual.
En los primeros años, centramos cada una de las diferentes
sesiones en una temática concreta alrededor de la cual las familias debatían.
En estas sesiones los técnicos dinamizadores aportaban ideas, materiales
y, incluso, creaban polémica para generar más debate. Las emociones,
la investigación de los orígenes, la adolescencia, la vinculación afectiva o la
resiliencia fueron temas de estas primeras ediciones.
En los dos últimos años hemos variado el formato; hemos
ofrecido a las familias un verdadero espacio de reflexión: son ellas las que
aportan los temas a tratar a cada sesión y los técnicos dinamizadores nos
adaptamos a sus demandas y a las necesidades del momento.
La experiencia nos muestra que depositar el peso y
la responsabilidad en las familias favorece su participación, y les
convierte en verdaderas protagonistas de este espacio grupal
Dejan de ser únicamente receptores de la información que aportan
los expertos, pasan a tener un papel mucho más activo desde la experiencia, el
aprendizaje, el ánimo y el sentimiento de grupo de iguales; esto es,
verdaderamente, generador del cambio.
Una de las características de nuestros grupos es la
heterogeneidad puesto que intentamos
que haya familias de diferentes características, ya sea por su
estructura, por el tiempo que hace que adoptaron o por el hecho de tener hijos
biológicos o no; también procuramos que haya familias de adopción nacional y de
adopción internacional.
Consideramos que estos cambios que hemos ido introduciendo
han sido muy favorables, puesto que las familias lo manifiestan en las
valoraciones que se hacen al finalizar los grupos.
Uno de los aspectos que más han valorado ha sido el hecho de que comparten espacio tanto familias
provenientes de adopción nacional como de adopción internacional. Poder explicar
sus experiencias y aclarar mitos sobre cada una de estas modalidades está
siendo muy positivo.
Observar como familias de adopción internacional escuchan y se sorprenden cuando descubren cómo ha sido el seguimiento preadoptivo de una familia de adopción nacional, o ver como una familia de adopción nacional escucha con fascinación a una familia que ha ido hasta tres veces a Rusia a buscar sus hijos, muestra que entiendan las emociones que las otras pueden tener.
Al hacer la valoración final, observamos que los temas tratados son muy similares a los que ofrecíamos en nuestros primeros grupos, pero con este nuevo planteamiento, favorecemos que sean las familias las que los aporten, destaquen sus peculiaridades, expliquen sus experiencias y hagan sus demandas. Son ellas las verdaderas protagonistas, y su papel va más allá de escuchar a unos técnicos.
En muchas de las sesiones celebradas, las familias más
veteranas son las que hacen una verdadera tarea de acompañamiento a las más
noveles. Poder hablar de la experiencia vivida en situaciones muy similares es
tranquilizador, y escuchar alguien que ha vivido dificultades parecidas y que
las ha superado también lo es.
Poder contar con familias con largo recorrido en
el mundo adoptivo nos permite colocarles en el papel de expertas y,
incluso, de modelo para las más noveles.
En nuestro caso tenemos que agradecerles esta función, y es
verdaderamente encantador observar como una palabra, un gesto o simplemente ser
escuchado por alguien que ha pasado por instantes similares a los de una
familia con poca experiencia que está viviendo, les llena de energía y esperanza.
Así mismo, las familias manifiestan sentirse muy cómodas en un espacio de iguales, donde pueden departir y conectar de manera casi inmediata, donde se sienten cómodas y entendidas, donde empatizan y se sienten comprendidas desde el primer minuto.
Cómo hemos indicado, generalmente son las familias quienes
aportan los temas a tratar y quienes se convierten en los verdaderos
conductores de la sesión, pero no tenemos que dejar de lado el papel de los
técnicos que acompañan al grupo. Saber guardar la distancia oportuna y permitir
la discusión, pero a lla vez regular la dinámica para que todo el mundo pueda
expresar su opinión, es una tarea delicada y muy sutil.
Otra de las novedades que hemos aportado con este nuevo
formato es ofrecer a las familias participantes la oportunidad de compartir con
el grupo alguna dificultad propia, personal, que pueda haber aparecido desde la
última sesión, o bien alguna cuestión que les preocupe en aquel mismo instante
porque no saben como gestionarla. Tener la posibilidad de contar con un espacio
con iguales que les entienden, les aceptan y con quienes comparten estas situaciones,
es terapéutico, reparador y nutritivo.
El hecho de que varias familias repitan año tras año y
participen en estos grupos es uno de los principales elementos que nos hace
pensar en su utilidad.
Así mismo, a raíz de su participación en los grupos, algunas
familias solicitan el acceso en el Espacio de
Atención Postadoptiva Individual, para tratar aspectos más concretos
y específicos de sus realidades.
Muchas familias, sobre todo las que tramitaron su adopción
con anterioridad a la creación del Espacio de Atención Postadoptiva, no lo
conocen y en consecuencia no hacen uso
de él. Cuando se les invita a la
participación en los grupos y descubren la posibilidad de este espacio
individual, se generan numerosas solicitudes de atención.
Del mismo modo, cuando a raíz de alguna de las dinámicas grupales detectamos
que alguna familia personaliza mucho en sus aportaciones, o incluso explica al
grupo aspectos demasiado íntimos o personales de su realidad, le aconsejamos
acceder en el Espacio de Atención Postadoptiva Individual.
Finalmente, en algunos casos, somos los técnicos que conducimos los grupos los que aconsejamos a las familias acceder al espacio individual. El acompañamiento por parte de técnicos especializados en la adopción permite aconsejar y derivar hacia intervenciones más particulares ante alguna dificultad que podría pasar desapercibida en otro ámbito, incluso para ellas mismas.
Como técnicos, la experiencia es también muy gratificante, puesto que la relación que
se establece con las familias de adopción firme no tiene la connotacion de control que podría intuirse
en la etapa de seguimiento preadoptivo.
Cada año, cuando llega la última sesión y nos despedimos,
las familias manifiestan su deseo de continuar; cuando ven que forman parte de
un grupo que se ha consolidado de forma rápida y reconocen la utilidad de la participación,
encuentran este espacio de gran utilidad y ,a menudo, reclaman poder mantenerlo
durante todo el año.
Recogidas las valoraciones de las familias y la opinión de
los técnicos, consideramos que sería muy adecuado que estas sesiones pudieran
tener una continuidad anual, y crear de este modo verdaderas grupos de ayuda y
de apoyo mutuo.
Desde nuestra ICIF creemos mucho en la potencia terapéutica del grupo, en el hecho de poder compartir experiencias y en el efecto que tiene para cualquier padre o madre adoptivos escuchar los otros y ser escuchados por otros que están en su misma condición.
Traducc. S.S.B.
Original en catalán