La elaboración de la historia de vida.
Fundación
Meniños, 2016
La necesidad de saber de dónde venimos y cuál es nuestra
historia, con continuidad y manteniendo referencias, es inherente a las
personas.
Necesitamos comprender la realidad que vivimos. El
desarrollo de esta historia depende de cómo unimos acontecimientos en una
secuencia y les damos un significado. Solemos contar con una historia dominante
y lo que no encaja se desecha y/o se oculta. La historia dominante afecta al
presente y al futuro, funcionando como una guía que, cuando se pierde, hace
mella en el desarrollo emocional.
Las historias se forman en un contexto afectivo, cultural,
social… que contribuye a las interpretaciones y al significado que les damos.
En el caso de niños y niñas que se encuentran en situación
de desprotección, que han vivido separaciones, que han tenido vivencias
negativas o traumáticas en su historia personal, cuando la situación familiar
es confusa… en ocasiones, en esta construcción, se encuentran espacios en
blanco y “agujeros” o “lagunas” que requieren ser completados.
Los niños y las niñas necesitan poder afrontar su historia
sin vacíos, sin fantasías y abordar los hechos y recuerdos reales, conocer los
motivos y las causas del abandono.
Confrontarse conlleva
dolor, temores, decepciones pero ayuda a reconciliarse con la propia historia y
consigo mismo. Es bueno aunque duela.