La
evaluación de la idoneidad: la dificultad para superar el modelo basado en
características o el apego a la comodidad del prejuicio social.
Fuente: Deseo y razón
Los
modelos de evaluación basados en características, los
cuales se caracterizan por asimilar
la idoneidad a determinadas características personales de los solicitantes
(edad, tipología de la familia…etc.) siguen teniendo el favor de
muchos profesionales y sobre todo de los legisladores. Sin embargo hasta
el momento y a pesar de los intentos por mejorar los procesos de valoración
psico-social, no se han llegado a identificar patrones o perfiles del buen
padre o madre (Palacios 2007). Vemos como a pesar del cada vez más
constatado fracasado poder de
predicción de los modelos de evaluación basado en características de los
solicitantes es parejo con la dificultad de los profesionales y
legisladores para abandonarlo.
Estos modelos son especialmente sensibles a que se
pre-juzgue a la familia y/o solicitante individual, sin embargo son
“cómodos” intelectualmente al asimilar la adecuación ortopédica del modelo de
familia al modelo de familia aceptado socialmente en determinado.
En este contexto nacieron en los últimos años
dos modelos de evaluación de la idoneidad que se desmarcan de la mera
evaluación y posterior valoración de las características de los
solicitantes.
1) Modelo
de evaluación de la idoneidad en adopción basado en el análisis de la disposición actual de la
familia a incorporar a un menor concretado en un ofrecimiento (Casalilla,
Bermejo y Romero 2006)
En este modelo se analiza el proyecto adoptivo que presenta la familia en el momento de su demanda
ante la institución, valorándose
la adecuación de su ofrecimiento concreto, motivaciones-expectativas, aptitudes
y actitudes.
Esta forma de enfrentar la idoneidad centra su foco de
valoración en la adecuación del “producto”-proyecto adoptivo que trae la
familia actualmente, quedando las características y los perfiles del lado de
las disposiciones normativas.
El capítulo capacidades no ocupa un lugar central, aunque sí
es uno de sus fundamentales, pero añade la necesaria disposición a ejercerlas
oportunamente dentro del proyecto que la familia presenta en el momento
de la demanda.
Por ello, que una familia o solicitante individual sean
idóneos exige, una serie de aptitudes, una
disposición especial en forma de motivaciones, actitudes y expectativas hacia
el menor que desea adoptar.
En este caso, entraríamos en una concepción dinámica y
relacional de la idoneidad, pues dependiendo de las características del menor
que se va a incorporar, serán distintas las características y funciones
familiares que tendrán que ser puestas en juego para proporcionarle un
desarrollo e integración adecuados.
Así, en la evaluación de la idoneidad se tiende a
evaluar más determinadas capacidades y disposiciones de las
familias que su adecuación a un perfil o tipo característico.
2) Modelo de evaluación de la idoneidad
en adopción basado en el análisis de necesidades y capacidades
(Palacios 2007). El modelo plantea que si las necesidades infantiles son
el eje de nuestro interés de cara a la adopción, las capacidades que
interesa conocer en los potenciales adoptantes serán el conjunto de
características y habilidades de los adultos que se consideran más adecuadas
para responder satisfactoriamente a las necesidades infantiles previamente
identificadas. Se entiende que los niños que son dados en adopción han pasado
por circunstancias difíciles y que vienen generalmente con unas necesidades
específicas, las cuales los padres adoptivos han de satisfacer
adecuadamente, respondiendo a las demandas de la situación en función de
sus capacidades.
Hablamos de las tareas específicas que en el ámbito de las
funciones educadora, cuidadora y socializadora deberán enfrentar las parejas
y/o los solicitantes más allá de un perfil descrito por unas
características.
No obstante la valoración de la idoneidad sigue
lastrada por el confort que supone remitirse a una característica que
enjuicia antes de la evaluación.
La consecuencia más evidente es que la gran mayoría de las
administraciones siguen centradas en modelos de evaluación basados en
Características y no en modelos centrados en las necesidades de los niños y
niñas susceptibles de ser adoptados.