Mensaje del Secretario
General con ocasión del
Día Universal del Niño
Lo único que todos los niños tienen en
común son sus derechos. Todo niño tiene derecho a sobrevivir y prosperar, a
recibir una educación, a no ser objeto de violencia y abusos, a participar y a
ser escuchado.
Se trata de derechos humanos innatos,
tan inalienables como los de los adultos. Pero, hasta 1989, esos derechos no
estaban oficialmente articulados en un instrumento jurídicamente vinculante, ni
los gobiernos debían responder plenamente de la promoción de esos derechos para
todos los niños.
Todo eso cambió,hace 25 años, el Día
Universal del Niño, cuando las Naciones Unidas aprobaron la Convención sobre los Derechos del Niño, que rápidamente se convirtió en el tratado de derechos
humanos con el mayor número de ratificaciones de la historia.
Hasta la fecha, casi todas las naciones
del mundo han ratificado la Convención. En todas las regiones del mundo, la
Convención ha inspirado cambios en las leyes, las políticas y la manera en que
percibimos a los niños como titulares de sus propios derechos, así como en la
manera en que trabajamos para promover esos derechos.
Es oportuno que celebremos un cuarto de
siglo de la Convención. Pero debemos hacer más que celebrar. Debemos renovar
nuestro compromiso con la promoción de los derechos de todos los niños,
especialmente los que han quedado rezagados: los que tienen menos y nos
necesitan más.
No podemos decir que los derechos de
todos los niños se ejercen cuando, a pesar de nuestro progreso, unos 6,3
millones de niños menores de 5 años de edad murieron en 2013, en su mayoría por
causas prevenibles; cuando 168 millones de niños de 5 a 17 años de edad
participaron en distintas formas de trabajo infantil en 2012; cuando el 11% de
las niñas se casan antes de cumplir 15 años.
Para que la visión de la Convención se
convierta en una realidad para todos los niños se necesitarán soluciones
innovadoras, un importante aumento de los recursos y la voluntad política para
invertir en los niños y hacer que su bienestar ocupe el centro de la agenda
política, económica y social.
Si bien la rendición de cuentas por
hacer efectivos los derechos consagrados en la Convención recae en los
gobiernos, todos tenemos la responsabilidad común de defender y proteger esos
derechos, que son fundamentales para la fuerza de nuestras sociedades. Defendamos
juntos los derechos de todos los niños a vivir en un mundo más justo y
equitativo y a lograr un futuro mejor para todos.