Llenguatge i aprenentatge en els infants
procedents de l’adopció internacional
M. Sala e I. Ivern
Butlletí d’Inf@ncia nº. 82, Departament de
Benestar Social i Família, G. de Catalunya, 2014
Versión original en catalán
Traducción S.S.B.
La adopción comporta una experiencia emocional tan impactando
que es comprensible que la mayoría de investigaciones se hayan centrado en
cuestiones como la separación, el vínculo,
la identidad, el grado de externalización e internalización de los problemas de
comportamiento, etc. Los aspectos
afectivos han sido tratados de manera recurrente, pero cada vez aparecen investigaciones más
interesantes sobre el desarrollo cognitivo,
la adquisición del lenguaje y los procesos de aprendizaje. En este sentido,
estudios hechos en países con más experiencia en
adopción indican que los niños adoptados
internacionalmente, como colectivo, tienen niveles de rendimiento escolar
inferiores y, por lo tanto, constituyen un grupo
de riesgo (Dalen & Saetersdal, 1992; Dalen & Rygvold, 1999).
Si bien la variabilidad de circunstancias posibles previas a
la adopción nos obliga a ser cautelosos a la hora de hacer
generalizaciones, algunos aspectos como a) la edad de adopción, b) el país de procedencia y c) las condiciones en las
cuales han vivido los niños son cruciales
para comprender su adaptación y desarrollo.
Si nos centramos en las peculiaridades de la adopción
internacional que influyen en la adaptación escolar, identificamos
dos aspectos importantes a considerar. En primer lugar, las consecuencias de la institucionalización. Aparte de la
influencia negativa en el desarrollo que ejercen
algunos factores como la desnutrición, las infecciones y los agentes tóxicos (alcohol, nicotina y otras drogas), un
entorno empobrecido en las instituciones
de cariz socioafectivo puede influir
decisivamente en el desarrollo cognitivo,
lingüístico, emocional y en la maduración de la autoregulación conductual. En
segundo lugar, el aprendizaje de una segunda
lengua. A pesar de que hay muchas diferencias individuales, una particularidad caracteriza la mayoría de niños y niñas
más grandes de 18 meses y 24 meses que
provienen del extranjero: el aprendizaje de una lengua nueva al llegar al país de adopción. La adquisición de su
lengua materna se interrumpe bruscamente,
lo cual afecta la cognición y el aprendizaje y supone un riesgo para su correcto desarrollo lingüístico (Hwa-Froelich, 2009).
Este cambio representa una experiencia única porque acontecen aprendizajes de una "segunda lengua materna" (Glennen, 2002; Roberts et. al.,
2005; Pollock, 2007). Si la competencia lingüística
de los niños institucionalizados acostumbra a ser ya de por si deficiente, la interrupción del desarrollo del
lenguaje y el cambio de idioma no hacen otra
cosa que agravar una situación de vulnerabilidad.
Padres y educadores tienen que ser conscientes del que supone
haber vivido, durante un
periodo vital de indefensión máxima, sin las
necesidades básicas cubiertas, con las repercusiones
psicológicas y de aprendizajes consiguientes que interactúan entre sí.
Todos estos sentimientos tienen una repercusión directa en el
rendimiento escolar. La presión académica
a la cual muchos niños están sometidos no favorece que puedan recuperar y reconstruir vacíos en su proceso madurativo
y vivir el aprendizaje desde la motivación
y no desde el estrés. Son niños con más riesgo de fracaso escolar y de
conflictos relacionales porque llegan con
desventaja al sistema educativo. La escuela supone para el alumno adoptado tener que sobrevivir a un cúmulo de retos
difíciles de superar que pasamos a
describir a continuación.
Los niños nacidos en nuestra comunidad y que han recibido una
estimulación adecuada,
se adaptan en la escuela progresivamente gracias
a un dominio lingüístico y a unas habilidades necesarias que los permiten evolucionar armónicamente. Los niños
provenientes de la adopción
internacional, en cambio, cuando se incorporan al sistema se tienen que
integrar en un breve periodo de tiempo
sin dominar la nueva lengua, con posibles retrasos psicomotores, con fragilidad emocional, etc.
Cuando inician la escuela tienen que seguir una serie de
procesos complejos, todos a la vez, como vincularse efectivamente a la nueva familia e integrarse en una nueva cultura.
Mientras que los otros niños ya han incorporado claramente el
sentimiento de pertenencia a una familia, estos niños
todavía necesitan tiempos para hacerlo. Todo esto supone un desgaste emocional que hay que tener muy presente.
Algunos niños pueden haber vivido experiencias vitales de
privación y traumas emocionales causados por abusos, maltrato físico,
separaciones, pérdida de figuras vinculantes,
pobreza, etc. Estas vivencias generan inquietud, temores y suspicacia ante aquello desconocido que, en el momento de entrar
a la escuela, influirán en su proceso de
adaptación y de integración escolar.
Paralelamente, la carencia de estimulación adecuada en
periodos críticos para
el aprendizaje afecta sus habilidades
académicas. A pesar de que padres y maestros son conscientes, a menudo hay una exigencia excesiva y unas expectativas
desmesuradas del entorno, que no dejan
desarrollar la autoestima, lograr un bienestar
emocional y seguir el ritmo de las actividades escolares.
Cuando los niños proceden otros de etnias, además, evidencian
continuamente su condición de adoptado, lo cual puede ser fuente de
sufrimiento y malestar. Sentirse diferente
de los padres adoptivos y de todos los compañeros de clase puede resultar
doloroso y difícil de asumir. Muchos
niños tienen la sensación de ser menos aceptados o muestran una autoestima baja, aunque todo el entorno los apoye
constantemente con mensajes positivos.
Todos estos sentimientos tienen una repercusión directa en el rendimiento escolar.
DIFICULTADES MÁS SIGNIFICATIVAS A DESTACAR EN EL PROCESO
DE APRENDIZAJE
Déficit cognitivo acumulado.
La privación de experiencias que han sufrido los niños
procedentes de entornos
institucionalizados empobrecidos influye en el
desarrollo cognitivo y en el rendimiento
académico posterior. Este fenómeno, conocido como déficit cognitivo acumulado, es
frecuente en niños adoptados internacionalmente y se traduce en una tendencia obtener puntuaciones bajas del coeficiente intelectual y unos resultados escolares pobres (Gindis, 2006).
académico posterior. Este fenómeno, conocido como déficit cognitivo acumulado, es
frecuente en niños adoptados internacionalmente y se traduce en una tendencia obtener puntuaciones bajas del coeficiente intelectual y unos resultados escolares pobres (Gindis, 2006).
Muchas familias y muchos maestros de niños adoptados
manifiestan preocupación porque el progreso a la escuela, que
inicialmente parecía correcto, se retarda. A medida que los contenidos académicos se complican, empiezan a
aparecer dificultades de aprendizaje. Cada vez es más evidente una situación disharmònica
entre capacidades, rendimiento académico,
formas de enseñanza y nivel de instrucción.
La pobreza de experiencias de los primeros años de vida
determina una poca destreza cognitiva para asumir situaciones de
aprendizaje cada vez más exigentes. Los niños
muestran carencia de habilidades cognitivas apropiadas por su edad, lagunas
de conocimientos, una autoregulación immadura
del comportamiento con dificultades de concentración y de atención, pocas habilidades metacognitivas y
metalingüísticas, aptitudes bajas en
razonamiento abstracto y poca motivación para el aprendizaje.
Déficit de
atención con hiperactividad o sin y alteraciones de las funciones ejecutivas.
El bebé, desde que nace, recibe multitud de estímulos y
experiencias que lo cautivan y, despacio va desarrollando una
atención voluntaria. La exploración del entorno empieza siendo fortuita y bastante desorganizada y
progresivamente el niño va logrando más control
de la situación. La atención es un mecanismo de selección perceptiva necesario
para asegurar la eficacia de los procesos
cognitivos. A partir de los dos años, la atención es más controlada, focal y sostenida. A medida que el
niño disfruta de experiencias enriquecedoras,
van surgiendo ocasiones para aprender a focalizar voluntariamente una actividad e ignorar otros aspectos del entorno. Esto
implica un control para dirigir la
atención a los aspectos relevantes de una situación e inhibir todos los
irrelevantes. De este modo, la capacidad
de atención va progresando y se adquieren aptitudes de planificación que permiten pensar por avanzado y anticipar la
secuencia de acciones que hay que ejecutar para
llegar a determinadas hitos.
Los niños institucionalizados o que han sido privados de
relaciones de calidad con
sus cuidadores y no han podido desarrollar estas
capacidades son niños con problemas de autorregulación
emocional y conductual, que presentan comportamientos desorganizados.
Cuando inician la primaria, no tienen suficiente capacidad
para filtrar las distracciones y concentrarse en la información
relevante y actúan como si fueran más pequeños,
necesitan mucha más ayuda y esfuerzos externos con instrucciones precisas y
continuas, con refuerzos motivacionales
claros para poder controlar la atención.
Otros factores como la ingesta de alcohol o la exposición a
drogas durante el embarazo, el peso bajo al nacer y la desnutrición,
pueden aumentar el riesgo de presentar déficits relacionados con la memoria de trabajo y con la capacidad de anticipar,
planificar, organizar la acción e inhibir
conductas inadecuadas. Atendida la idiosincrasia del niño adoptado no se pueden hacer diagnósticos apresurados y
hay que dejar tiempos porque se adapte y
evolucione.
El lenguaje como
organizador del pensamiento.
La adquisición de lenguaje, en los niños provenientes otros
países, no es comparable a la de los niños bilingües que aprenden
simultáneamente dos lenguas o los que
aprenden una segunda lengua sin dejar su lengua materna. Estos niños borran la lengua materna para sustituirla por
una de nueva. Los que lo hacen previamente
entre los 18 y 24 meses tienen más tiempo para interiorizar la nueva lengua
antes de empezar la escolaridad, pero para los
más grandes de dos años, el margen de tiempo es insuficiente.
Los problemas de aprendizaje debidos de al lenguaje pueden no
hacerse evidentes hasta
llegar a primaria porque en educación infantil
la lengua se utiliza, básicamente, en su
función comunicativa y las dishabilidades lingüísticas al servicio de la
cognición pasan más desapercibidas.
Muchos padres se sorprenden al ver que el aprendizaje correcto y rápido del nuevo idioma no es garantía de
una trayectoria académica sin dificultades.
Una proporción importante de niños adoptados internacionalmente pueden hablar
correctamente en la nueva lengua pero tienen problemas
con el lenguaje como vehículo de
aprendizajes.
Una cosa son las aptitudes lingüísticas de uso cotidiano y
otra las aptitudes necesarias para los aprendizajes escolares. Las
investigaciones muestran que, en el
primer caso, no hay diferencias significativas entre niños adoptados y no
adoptados (Dalen &Rygvold, 1999;
Dalen, 2001). Aun así, los primeros puntúan por debajo en el lenguaje de uso académico y tienen más riesgo de
presentar problemas de lectoescritura. El
lenguaje de uso cotidiano tiene una función básicamente comunicativa y engloba
habilidades básicas de pronunciación,
vocabulario, gramática y fluidez, enmarcado
todo en un contexto favorecido por la comunicación no verbal (gestos, expresiones faciales, paralenguaje, etc.). Los
problemas aumentan con el uso del lenguaje
al ámbito académico. Cuando exigimos del lenguaje que, además de ser un instrumento para comunicarse, sea una herramienta para
razonar, organizar el conocimiento y regular la conducta, es cuando flotan los problemas. El dominio de la lengua a
este nivel es necesario para hacer
operaciones mentales abstractas, comprender enunciados, comprender la no-literalidad del lenguaje (sentido
figurado, metafórico, humorístico, etc.). Esta
habilidad lingüística necesita un dominio metalingüístico que permita el
conocimiento de la lengua en sí misma.
En condiciones ordinarias, los niños disponen de varios años
de desarrollo lingüístico, antes no empiecen a desdoblar la función
comunicativa del lenguaje en una nueva
función representativa que será el preludio del lenguaje académico. Muchos
niños adoptados han tenido que adquirir las dos
funciones de la lengua casi simultáneamente
porque, de manera apresurada, están inmersos dentro del sistema escolar.
Lenguaje escrito.
Tanto la lectura como la escritura se adquieren con más
facilidad si se parte de un buen lenguaje oral. Muchos
niños, a los 6 años, atendida la poca experiencia en la nueva lengua, tienen dificultades de conciencia fonológica necesaria
para establecer correspondencias entre los
sonidos y las letras de una forma fluida. Si, además, añadimos pocas
habilidades léxicas y gramaticales, la
competencia lectora será poco eficiente, tanto en lo suyo aspecto mecánico como
en el de comprensión. Progresivamente, los niños aprenden a leer para después leer para aprender, de forma que la
carencia de habilidad lectora afecta
todas las materias del currículum. Estas dishabilidades también tienen repercusión en la expresión escrita y en la
ortografía.
Matemáticas.
En los informes escolares es habitual encontrar un
rendimiento bajo en matemáticas porque son poco competentes en algunas
habilidades como la atención, la memoria de trabajo y la organización visoespacial, necesarias para el
cálculo aritmético y la resolución de problemas.
Al ámbito procedimental, tienen dificultades para tratar varias informaciones a la vez, para operar mentalmente y para automatizar los procesos. Atienen con dificultades a los detalles fundamentales para el cálculo como utilizar correctamente los signos aritméticos, recordar traer un número, ubicar los dígitos, etc.
Al ámbito procedimental, tienen dificultades para tratar varias informaciones a la vez, para operar mentalmente y para automatizar los procesos. Atienen con dificultades a los detalles fundamentales para el cálculo como utilizar correctamente los signos aritméticos, recordar traer un número, ubicar los dígitos, etc.
Tienen poco dominio de los conceptos abstractos y del
vocabulario matemático, que, añadido a una comprensión de los
enunciados precaria, dificulta la habilidad para resolver problemas. Cuando se plantean con palabras muy claras que
orientan hacia la operación correcta (saca, pone, añade, reparte...) pueden
resolver bien los problemas, pero se pierden si tienen que recurrir a un uso
inferencial del lenguaje. El mismo déficit de experiencias dificulta el control de estimaciones de medida y el
aprendizaje de nociones espaciales y temporales.
Reacciones emocionales derivadas del mismo proceso de aprendizaje.
Reacciones emocionales derivadas del mismo proceso de aprendizaje.
Muchas veces el entorno impone hitos poco realistas y obliga a trabajar bajo presión por encima de las posibilidades. La experiencia vivida hace que estos niños sean más vulnerables a reaccionar mal ante situaciones estresantes, y activan involuntariamente mecanismos como la ansiedad o la rabia, que se traducen en inquietud motriz, impaciencia, impulsividad, agresividad verbal, etc., o simplemente en un malestar interno que no deja fluir nada.
La frustración que genera el goteo constante de experiencias
académicas negativas, a pesar del esfuerzo, provoca una carencia
de interés creciente y una bajada de la autoestima.
La sensación continua es de avanzar contra reloj sin acabar nunca de lograr el nivel académico apropiado, lo cual
provoca una desmotivación para desarrollar
actividades que requieren cierta exigencia cognitiva.
La evasión o desconexión también es una conducta frecuente en
el aula, que muchas veces se confunde con déficit de atención. La evasión
es una reacción de protección ante el
peligro, el sufrimiento o la frustración. La presión y la exigencia académica
inabarcable hacen que el niño se refugie en
pensamientos más gratificantes. La conducta de evasión y desconexión, así como los pensamientos fantasiosos, son muy
frecuentes en niños que han sido
institucionalizados y reflejan un mecanismo adquirido para poder sobrevivir en contextos especialmente duros.
CLAVES PARA UN PROGRESO ADECUADO: DETECCIÓN E INTERVENCIÓN
PRECOZ Y UN MÉTODO DE APRENDIZAJE DIFERENTE
La intervención cognitiva temprana minimiza la desventaja educativa que tienen los niños provenientes de ambientes con privación cultural y lingüística. Gracias a una intervención precoz podemos aprovechar la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad de reorganización funcional que presenta el cerebro en evolución y favorecer el potencial de compensación.
Con programas preventivos entre los 3 y los 6 años podemos reducir las dificultades académicas posteriores y contribuir a desarrollar la función representativa del lenguaje. A partir de primaria, si se continúa con el uso de materiales manipulativos y muy visuales en el aprendizaje para ir pasando gradualmente a procesos simbólicos más complejos, también se puede mejorar la capacidad de razonamiento.
En cualquier caso, es necesario adaptar el currículum para
conseguir que el aprendizaje sea funcional y significativo y así
potenciar la motivación y las ganas de
aprender. Si ajustamos la exigencia académica a las características de cada
niño y ofrecemos los apoyos adecuados,
reduciremos el estrés y el progreso será notable.
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS PARA PADRES Y DOCENTES A LA HORA De AFRONTAR El
APRENDIZAJE
Antes y al inicio de la escolaridad
Priorizar el sentimiento de vinculación para adquirir los niveles de confianza y seguridad imprescindibles con objeto de poder fortalecer las nuevas relaciones sociales y familiares, y facilitar el aprendizaje a la escuela, dando por sentado que el establecimiento y la consolidación de los vínculos necesitan tiempos y dedicación.
Antes y al inicio de la escolaridad
Priorizar el sentimiento de vinculación para adquirir los niveles de confianza y seguridad imprescindibles con objeto de poder fortalecer las nuevas relaciones sociales y familiares, y facilitar el aprendizaje a la escuela, dando por sentado que el establecimiento y la consolidación de los vínculos necesitan tiempos y dedicación.
No iniciar la
experiencia escolar demasiado pronto porque es necesario un proceso previo de
integración sociofamiliar para dar tiempo a adaptarse a todos los cambios que les
supone la vida que tienen que iniciar. Antes de
entrar a la escuela necesitan sentirse seguros
en la familia y confiar que es permanente. Cuanto más tiempo hayan tenido para
vincularse con los nuevos padres más
probabilidades de éxito hay para su vida escolar.
Escoger una
escuela que se adapte a su proceso personal y que no fuerce más de la cuenta
el ritmo de aprendizaje. Una decisión acertada evitará cambios y roturas
futuras no recomendables para un niño adoptado.
Hacer la
inscripción en un curso inferior porque a menudo se produce un decalaje
entre la edad y el desarrollo cognitivo, emocional y social.
Así evitaremos el estrés y la frustración que
supone tener que repetir más adelante.
Durante la
escolaridad
Respetar el
proceso madurativo del niño, facilitarle más tiempo y ajustarse al ritmo adecuado
de su aprendizaje. Hace falta relativizar los criterios evolutivos de niños y
niñas de su edad. No podemos compararlos
con los compañeros ni con hermanos no adoptados,
sino con su propio desarrollo. La instrucción se tiene que ajustar al ritmo del niño para consolidar mejor un aprendizaje
antes de introducir otro de nuevo.
Reforzar la seguridad y evitar el estrés porque, si se sienten vulnerables ante las adversidades de la vida escolar difícilmente podrán centrar la atención en la adquisición de aprendizajes nuevos. La inquietud y el miedo son más fuertes que la curiosidad. El estrés y la frustración creciente aumentan las dificultades de comportamiento.
Reforzar la seguridad y evitar el estrés porque, si se sienten vulnerables ante las adversidades de la vida escolar difícilmente podrán centrar la atención en la adquisición de aprendizajes nuevos. La inquietud y el miedo son más fuertes que la curiosidad. El estrés y la frustración creciente aumentan las dificultades de comportamiento.
El aprendizaje
tiene que ser significativo porque las personas aprendemos relacionando la nueva información
con algún aspecto ya existente en la estructura cognitiva y que es
relevante para la materia que se intenta aprender. El proceso de enseñanza- aprendizaje tiene que ser dinámico, interactivo y vivencial, puesto que manipular y tener referentes visuales ayuda a crear representaciones mentales de los contenidos.
relevante para la materia que se intenta aprender. El proceso de enseñanza- aprendizaje tiene que ser dinámico, interactivo y vivencial, puesto que manipular y tener referentes visuales ayuda a crear representaciones mentales de los contenidos.
Familia y
educadores tienen que actuar coordinadamente y compartir información para conseguir
que el niño se desarrolle con la máxima normalidad.