C. Aroca Montolío.
Reinad, nº5, 2013
“…la violencia filio-parental
presenta un ciclo de la violencia característico con falta versus exceso de
límites parentales, donde el modus operandi en el binomio agresor-víctima
adquiere la forma de ciclo coercitivo, de sumisión-hostilidad/
hostilidad-sumisión, donde los progenitores maltratados advierten que sus
recursos educativos no son efectivos. De hecho, cuando utilizan reprimendas o
castigos, su hijo responde incrementando, en intensidad y frecuencia, sus
conductas violentas. Entonces, la madre y/o padre optan por el camino de la
persuasión, la conciliación o negociación que su hijo ignora, incluso, puede
reaccionar con mayor desdén porque los considera débiles. Por tanto, la
relación parento-filial se ve atrapada en un proceso de acción-reacción, donde
la sumisión parental usada para lograr una pacificación en el clima familiar,
provoca un incremento en las exigencias por parte del hijo, en contra de lo
esperado por las víctimas”